Los astros se alinean, las películas también. Es una impresión que tengo al observar las bonitas sincronías que se producen en mi playlist. Ya lo comenté la primera vez que dije lo de El cine te habla. (¡Por su puesto que te habla! ¡Sólo tienes que estar atento!) Cual personaje de Cosmos, la novela de Grombowicz, encuentro hilos, relaciones, ecos, entre las películas que veo y descubro con tremendo gozo que esa playlist de la que hablo es en realidad un magma que tiene vida propia, sensible a mis estados de ánimo y a los deseos de cada momento. Los requiebros y las desviaciones en la playlist son constantes, pero los dicto yo, porque a veces cuando voy a ver una película me doy cuenta de que echo en falta el factor sorpresa y entonces sólo puedo aceptar ver algo que no tenía para nada previsto. Así, aunque todo parece un caos, soy yo quien lo proyecta, y por lo tanto es orgánico y casi tiene vida propia. Mi relación con la PLAYLIST me da que pensar desde hace ya mucho tiempo. Es todo un poco Arrebato. Cinefilia es drogadicción. Ni más ni menos. Estoy a punto de ser engullido por la playlist. Ya no hay fotogramas en rojo, la películas tienen formato digital, pero yo estoy ahí también, al otro lado, haciéndome guiños a mí mismo como Pedro P. a Eusebio Poncela.
Esta reflexión que no sé si se entiende es el preámbulo necesario para hablar de la última sincronía que se ha producido en la playlist. Yo no sé cómo elige la demás gente las películas que ve, pero para mí el método es muy similar al que sigo con la alimentación. Me gusta la variedad, me aburre comer siempre lo mismo y si llevo mucho tiempo sin comer una determinada cosa, es natural que mi organismo la reclame con gran frenesí. Y así, de repente tengo un antojo brutal de ver algo de determinado autor, género, época… Es verano y hace mucho calor así que últimamente veo cosas bastante pajeras. De repente noto que eso no puede ser, que aunque haga tanto calor y me guste el cine de terror ochentero, o las TV movies setenteras, necesito nutrientes de otro tipo. Entonces veo el cartel de Satansbraten (El asado de Satán) y me fliipa. Me transmite cosas indefinibles, mi estómago se contrae con violencia, me pide que le dé eso. Entonces pospongo De origen desconocido y me pongo chuto Satansbraten. Se trata de una película difícil de describir en unas pocas líneas que yo vi como una comedia bizarra sobre la vida cotidiana de un artista. Fassbinder se burla (con mucho cariño) de este poeta anarquista interpretado por Kurt Raab, de su «genio», de su hipócrita relación con el dinero, de la peculiar unidad familiar en la que vive, con una esposa a la que no satisface sexualmente y que sólo se muestra interesada en conseguir dinero para pagar las cosas. Evidentemente la película tiene también un trasfondo político, que a mi se me escapa un poco y que me interesa menos. Dudo que los que no la hayáis visto os la podáis imaginar por lo que acabo de decir. El estilo y los referentes que maneja venían seguramente del teatro alemán rupturista que él practicó en su juventud. Siempre es liberador ver algo cuyos referentes desconoces, porque entonces la sensación es como de algo que te llega de otra dimensión. Para que me entendáis un poco mejor diré que Satansbraten es como un cruce entre el John Waters de Desperate Living, el Fassbinder de La ruleta china, y un mucho de La pareja basura.
Animado por el éxito de esta elección y ansioso de ver algo que continuara en esa línea y así prolongar un poco más el corte de mangas a la tiránica playlist, por la noche, ese mismo día, vi otra película, y conste que no suelo ver dos películas en un mismo día. La elegida fue The Trouble with Harry. La elegí principalmente por su color. Satansbraten tenía también unos colores increíbles- Todas las pelis de Fassbinder de esa época los tienen. También porque hacía eones que no la veía y no tenía un gran recuerdo de ella. Es curioso. Hitchcock haciendo comedia. Casi tan raro como Fassbinder haciendo comedia.
Los impresionantes planos ambientales que nos introducen en la historia, con ese Technicolor tan increíble, me convencieron de que, conectase más o menos con ella la vería hasta el final. Todos conocéis el argumento. En un pequeño y apartado pueblo aparece un cadáver en el bosque y temerosos de ser inculpados de alguna manera todos los personajes eluden la responsabilidad de denunciar el suceso y juegan a esconder el cadáver. Como Fassbinder, Hitchcock contruye una comedia muy personal. Ninguna de las dos películas es realmente una comedia según las convenciones de la época. Viendo Satansbraten tardamos un rato en descubrir que Fassbinder estaba haciendo una comedia. Con The Trouble with Harry sucede algo parecido. Si no se hubiera vendido siempre como la comedia de Hitchcock, la película -situada entre To Catch a Thief y The Man who Knew Too Much– sería más bien una película rara. Un divertimento personal bastante extremo que milagrosamente terminó estrenándose en las salas. En el cine de Hitchcock siempre ha habido mucho humor. En The Trouble with Harry podemos ver cómo es una película suya desprovista de toda la tensión asociada al suspense, dejando sólo ese humor suyo tan característico, que explotó tan bien en las intros de la serie Alfred Hitchcock presenta.
Plano típicamente Hitchcockiano en The Birds
Las dos películas exigen al espectador un esfuerzo importante. Debes entender el experimento, aceptar un estilo interpretativo absolutamente artificial. En Satansbraten todos los actores sobreactúan y las reacciones de los personajes nunca son las que esperas. En Harry sucede algo muy parecido. Los actores actúan como si encontrarse cadáveres fuera algo trivial. Nadie reacciona de forma realista. El drama está sublimado con el humor. Ya entonces me di cuenta de que ambas películas estaban sorprendentemente más relacionadas de lo que hubiera nunca imaginado. En ese momento Pedro P. me hizo un guiño y la Matrix se acopló por fin. Los astros se alinearon, las películas también.
No terminan ahí las sincronías de ambas películas, las dos describen a un grupo de personas que viven aisladas de la sociedad, ajenas a la moral burguesa y libres de las rutinas amorosas, laborales, que dictan la cotidianeidad de todo el mundo. Cada autor marca la gravedad de ese mundo aparte que han construído, algo que realmente muy poco autores logran. También hay conexiones directas entre las dos películas, como que las dos coincidan en tratar el tema de cómo se relaciona el artista con el dinero. En Harry John Forsythe, un pintor sin éxito recibe de pronto la oferta de un millonario que quiere comprar sus cuadros. Le ofrece un cheque en blanco, pero él lo rechaza, prefiriendo pedir a cambio cosas concretas que hagan felices a los miembros de la comunidad en la que vive y en la que es feliz. También en Satansbraten hay crímenes equívocos y cadáveres encontrados.
El cine te habla. Escúchalo.