Gangsters zombies

RUBY 1

Que una película, cualquiera que sea el género al que pertenece, haga un giro hacia el terror siempre me parece una buena idea. Sabemos que mezclar comedia y terror y funciona, quizá por aquello de que son los dos polos de una misma emoción. Ahí está El baile de los vampiros para callarle la boca al más escéptico. O Evil Dead. Pero es aún mejor cuando el terror asoma en los géneros más inesperados. ¿Os imagináis que Interiores, de Woody Allen, terminara siendo una película de terror, con las  hermanas haciendo una ouija en la gran casa de la playa? No es tan descabellado. Alguien tan ajeno al terror como Robert Altman  filmó la estupenda That Cold Day in the Park, un melodrama introspectivo de pocos personajes que termina invocando a Psicosis o mejor Dementia 13. Hasta aparece la musa cormaniana Luana Anders en la escena más sangrienta. Son muchos los ejemplos. También son películas de terror el Moby Dick de Huston y Fedora de Billy Wilder. Pero me estoy desviando del tema del post: los gangsters zombies. Yo no sé vosotros pero a mí la idea de juntar la figura del gánsgter clásico con la del zombie me parece absolutamente electrizante. Algo inefable de tan bonito y evocador como resulta. ¡¡Gangsters y zombies!! Han sido dos las películas que me han regalado esta visión. La primera, Ruby [1977] dirigida por Curtis Harrington, con Piper Laurie en el papel estelar.

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Ahora que la película ha vuelto a la vida gracias a la edición en blu, después de años y años en los que no se podía tocar ni con un palo por culpa de las espantosas ediciones que pululaban por ahí. Pues bien, vista hoy, comprobamos que Ruby no es Carrie, como quisieron hacernos creer desde su mismo estreno. Lo de la niña poseída es un pegote que sirvió de reclamo para atraer a los espectadores con ganas de niñas diabólicas, más o menos poseídas. Y funcionó, puesto que fue un taquillazo. Harrington ni siquiera filmó estas escenas con la niña haciendo el pino-puente sobre la cama. Lo que cuenta realmente Ruby es la historia de una vendetta del pasado hacia una mujer y la banda que la protegía. Ruby (Piper Laurie) antigua aspirante a estrella del espectáculo, traicionó a su amante y lo entregó a la banda mafiosa, que lo tiroteó en los márgenes de un pantano hasta donde ella lo había atraído. Dieciséis años después, el muerto vuelve de la tumba para vengarse. Hay dos películas en Ruby, la que cuenta esta vendetta de ultratumba y el exploit que junta cosas de Carrie y El exorcista. La segunda tiene mucho menor peso y ocupa la menor parte de metraje, de forma que no consigue arruinar la primera, una película muy coherente con los intereses de Harrington, donde la nostalgia por el antiguo Hollywood y el protagonismo de una actriz como Piper la conectan directamente con ¿Qué le pasa a Helen? [1971]. Harrington, curtido en el cine de terror y gran nostálgico de la época dorada de los monstruos de la Universal aprovecha muy bien las conexiones entre dos géneros tan pop como el cine de gansgters y el de los vampiros o muertos vivientes. Los gangsters de la película, con arrugas y bisoñé no son tan diferentes de los zombies. Hay momentos de una belleza plástica muy rara, como toda la matanza en el autocine. Irónicamente el look decadente y esa música de jazz triste que suena en muchas escenas terminan convirtiendo esta película de terror en otra cosa, una historia íntima, como un adiós al cine clásico y a un tiempo que no volverá. Gracias a la edición en blu podemos comprobar que aún con su reducido presupuesto es una película ambiciosa y llena de logros, a la altura de las otras joyas retro de Harrington.

WALKING DEAD

Quizá Curtis Harrington usó como referencia otra película que se atrevió a mezclar zombies con gangsters unas décadas antes. The Walking Dead [1936] cuenta cómo un ex-presidiario (Boris Karloff) es engañado por una banda de gangsters y condenado a muerte por un crimen que no ha cometido. Cuando una joven pareja de científicos testifica en su favor alterando la versión de los hechos ya es demasiado tarde. Karloff acaba de morir electrocutado. Rápidamente el cadáver es trasladado al laboratorio donde trabajan y allí es milagrosamente devuelto a la vida por el entusiasta científico jefe. Karloff vuelve del otro lado con sus facultades mermadas, apenas sabe quien es ni qué le ha sucedido pero una clarividencia proyectada desde el más allá le guiará en su cruzada contra los gangsters. Lo mejor de la película son esas escenas robadas al género de terror donde vemos a los gangsters enfrentarse con un enemigo que no es la Ley ni una banda rival, es un zombie que se mueve muy despacio y al que las balas parecen no hacerle ningún daño.

THE WALKING DEAD

Esta mezcla de Buicks, tuxedos, night-clubs, tiroteos y monstruos es realmente explosiva. Adivinamos conexiones tácitas entre estas criaturas de la noche y nos deja con ganas de más. No es extraño que en los años 50 Ronald Kray saliera muy trastornado de un cine londinense cuando fue a ver el Dracula de la Hammer. Quizá se sintió identificado y superado por la visión un ser que como él estaba destinado a vivir en la oscuridad y que otorgaba a la muerte una belleza ritual y sangrienta. Hay ahí una gran película que todavía nadie ha escrito.

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